sábado, 13 de febrero de 2010

La poeta


CATEDRALES

los hombros morados por la luz
de febrero que se apaga

me habita sólo el recuerdo de las catedrales
(que alguien sepa esto de vivir
con las puertas del templo abiertas para el adiós)

lluvias de oro a lo lejos y yo aquí:
a veces una mujer
a veces un fémur con una rosa
a veces Dios
a veces todo
a veces nada

mi rostro es una pregunta en las tierras vacías

bello planeta
donde los cuerpos
son como catedrales
¿encontraremos uno
donde dormir y ser eternamente buenos?


Dios no existe aquí
existe tu cuerpo de donde crecen
las cúpulas y cubren el ocaso

de rodillas pido
miro
oro
bebo

tu imagen alerta la cercanía del abismo
y lo desdibuja

(en caja muda el deseo)

llévame a que me salven
de la vejez del lodo los ríos de la sangre

(y el deseo es un pozo y una luz quiebra el habla)

Ser una casoria: diagnóstico y tratamiento

Los principios o inicios de las relaciones con los seres del otro sexo son los problemas más agudos de las casorias, ya que su ansiedad y deseo confunden la naturalidad de sus sentimientos, y hacen ver en ellas a seres con un solo y ciego objetivo: el casorio a la antigua, al mejor estilo tía Gloria. Si se logra avanzar sobre esta confusión (tema de terapia de grupo para la convención) el ser sobre el que una casoria tiene puestos los ojos, el corazoncito, las manos extendidas y temblorosas y un deseo que es como una florcita que se seca y se yergue a medida que su sueño crece y se detalla, podrán vislumbrar a la mujer que hay en ella y al fin conocerla.
Como las cadenas de oraciones para energizar los pedidos al cosmos o a cualquier deidad manifiesta de acuerdo a las creencias de grupos disímiles, las casorias deben mantenerse comunicadas par ejercitar su calma, para potenciarla y transmitirla a sus congéneres que a sabiendas y de modo impulsivo e inevitable la pierden junto con toda posibilidad de compañía varonil cada vez que la desesperación las ataca y les malversa los fondos. Una casoria comete en reiteradas situaciones de su vida amorosa un default de sus propias inversiones, y luego no comprende que ella sola ha vencido sus propios plazos de aniquilamiento.

viernes, 7 de agosto de 2009

rasgos de la casoriez en la infancia temprana II

rasgos de casoriez en la infancia temprana

Dice el diccionario definiendo en masculino:


Casorio: Boda de poco lucimiento. Boda rural. Casamiento hecho sin juicio ni consideración.
Es un término despectivo que define la acción de “casoriarse” como informal y algo pecaminosa, acercando la acción casi al amancebamiento. Pero no nace de allí la raíz de nuestra auto denominación, nace más bien de cómo hablaba del casorio coloquialmente mi tía Gloria, quien dedicó toda una vida a la casoriez más empedernida logrando su objetivo a los 60 años (suceso que figurará en nuestro anecdotario pronto a escribirse) Un casorio, al decir de la tía, era una gran fiesta, era un gran y emocionante cierre de una gran historia que al fin sucedía entre una mujer (casoria) y un ser del sexo opuesto (algo como el “the end” de las películas de amor donde sabemos por casorias que todo lo maravilloso vendrá después cuando ya no podamos espiar nada) Un casorio era ante todo compromiso y amor e incluía ollas, juego de dormitorio, etc.
El acto en sí de casoriarse no es que el mueve empedernidamente a las casorias actuales de comienzos de milenio, el acto ha tendido a diluirse en una forma de vivir, y los actos que antes eran reconocidos como motivos de felicidad eterna en el casorio mismo, se han transformado en rasgos que tiñen el día a día de las casorias de modo íntegro y animado (los giros, saltitos, colores y otras estridencias como las amplias sonrisas y las poderosas lágrimas también son patrimonio de esta fauna)
Una casoria es un ser que sueña apoyada en el alféizar y reconoce en los hombres su íntegra composición: inteligencia o ausencia de, pantalones o ausencia de, cariño o ausencia de, amor o ausencia de. La casoria define el mundo a través de un elemento emergente en su percepción: la ausencia. Pero no como elemento histérico de su psicología, ella nota la ausencia de todo lo que el sentimiento en su ser le reclama como faltante, he ahí la causa de su actitud de husmeo en la masculina humanidad. Ella desea para cada acto diario lo que la tía Gloria deseaba como culminación de un noviazgo de 14 años
.

Casoria: definición y merodeos

Ser una casoria es casi un quehacer cultural. Denota la existencia de seres algo cortazarianos como los cronopios y los famas, pero atiende a algo que nuestro querido amigo Julio, excelente escritor y muy bien considerado con sus damas a la hora de vivir el amor, olvidó: la cuestión de género. Los que leyeron acerca de los cronopios y los famas habrán podido notar (o no, pueden notarlo ahora, a partir de este escrito) que tanto los cronopios como los famas tienen “esposas e hijos” pero nunca se habla de la cronopia tal por ejemplo o de la cronopia que trabaja de sol a sol, o de aquella cronopia que lidia con su diario existir entre un kiosco quiniela y su vida académica. ¿Es idénticamente definible una cronopio con una casoria? No. Quizá una casoria tenga rasgos de cronopio en alguna de sus fases, pero todo en su vida tiene un objetivo claro que el cronopio no presenta: casoriarse. Tampoco puede equipararse la definición de ambos términos porque justamente las casorias se erigen desde el género donde los casorios son algo inexistente: un varón puede presentar “rasgos casoriles” (que más adelante se detallarán) pero eso no lo hace una persona del club.

La Real Academia Española afirma en rojo:

La palabra casoria no está en el Diccionario.

De este modo dimensionamos cómo las cuestiones de género han trastocado el mundo de estos seres desde lo semántico condenándolos a la inexistencia (sin ser por esta serie de afirmaciones las casorias feministas, ya que de hecho una de ellas está escribiendo este manifiesto-definición-ensayo y no se adscribe a más feminismo que el de igualdad de oportunidades, y muere en cambio por los ramos de rosas y las serenatas masculinas del medioevo)